Llegamos con algo de retraso, pero esperamos poder
compensaros. ¡Estoy segura de que lo haremos!
¿Por qué?
Porque gracias a nuestro querido autor, Francesc
Miralles, hoy os traemos otra de neustras maravillosas exclusivas.
La semana pasada, os mostrábamos entre otras cosas
un fragmento del primer capítulo de la tercera parte.
Esta vez es un primer capítulo al completo, de…
La primera parte: RETORNO A STARDUST!
Cuando abramos las tapas de LA VIDA SECRETA DE LA LUNA, nos encontraremos entre otras cosas con un epílogo. Tras ese epílogo que nos pondrá en situación, llegaremos
a estas palabras.
Disfrutadlas:
1
“El
viejo letrero del Stardust había vuelto a su sitio, lo cual me hizo dudar que
Birdy siguiera ocupando el apartamento sobre la gasolinera abandonada. Aquel
mismo rótulo había brillado en su dormitorio, donde cegaba la mirada.
Pero
ese no era el único cambio en un lugar que, dos meses y medio atrás, había sido
un solar vacío por el que campaban las ratas.
La
basura y los roedores probablemente seguían allí, pero el camping cerrado había
dejado de estar desierto. Al contrario, no quedaba un solo metro de terreno que
no estuviera ocupado por tiendas, toldos improvisados, coches y caravanas que
parecían rescatados directamente del desguace.
Asombrado, dirigí mi mirada en todas direcciones. Calculé que aquel cercado debía de albergar al menos doscientas personas. El olvidado Stardust se había convertido en algo parecido a un campo de refugiados.
Los
ojos verdes de Ivonne me miraron interrogativos.
Un
anciano pequeño y encorvado que empujaba un carro de la compra lleno de basura
nos cortó el paso. Levantó la mirada hacia nosotros con expresión severa y
dijo:
―Id
a casa, chavales. Esto no es un zoo.
―¿Qué
quiere decir? ―pregunté― Me pregunto si este lugar…
―No
nos gustan los mirones. Ya es bastante desgracia vivir en la miseria para que
vengan hijos de papá a observarnos como si fuéramos monos.
Iba
a replicarle que nosotros dos no teníamos nada, fuera del sobre que habíamos
recibido y una maleta con un par de mudas de otoño. Nada que pudiera llamarse
un hogar.
―¿Qué
hace aquí toda esta gente? ―le preguntó Ivonne― Pensaba que el camping estaba
abandonado.
―Y
lo está. Hace diez años que el Stardust echó el cierre, cuando empezaron a
abundar los albergues baratos en Madrid. Ya nadie quería ir a un camping tan
alejado del centro.
El
viejo sacó del bolsillo de su chaqueta de pana un cigarro a medio fumar y lo
encendió. Tras echar dos bocanadas de humo blanco y pastoso, siguió hablando:
―Nadie
que veas aquí está de vacaciones. Son familias que han perdido sus casas y
pobres diablos como yo que no tenemos donde vivir. Han habido un par de
amenazas de desalojo, pero los políticos lo frenaron. Es más práctico y
manejable tenernos aquí que mendigando por la Gran Vía o en la Plaza Mayor.
―¿Sigue
aquí Birdy? ―pregunté, muy impresionado por la transformación del lugar― La
última vez que vine había una chica joven que vivía sobre la gasolinera.
―Pregunta
a Tariq y a sus hermanos.
―¿Quiénes
son?
―Los
que llevan la tienda. Viven justo encima.
Sin
salir de mi estupor, di las gracias al anciano y me encaminé con Ivonne hacia
la vieja gasolinera.
Continuaba seca de combustible, pero la tienda vacía y
devastada se había convertido en un pequeño supermercado regentado por
paquistaníes.
Sobre
este, un niño pequeño asomaba por la ventana del que había sido el apartamento
de Birdy. Nos gritó algo en su idioma mientras entrábamos en el colmado.
Un
hombre delgado de tez morena estaba recostado en una silla tras el mostrador.
Sus ojos no se movían de un televisor estridente que emitía una telenovela
asiática.
Al
vernos entrar, se enderezó de repente y nos recibió con una sonrisa radiante.
―Buenas
tardes, vengo buscando a Birdy.
―No
tenemos de eso, señor. ―Sus dientes relucieron como un anuncio de Colgate―. Lo
siento.
―Bridget
―insistí―. Vivía aquí arriba hace un par de meses. Me mandó incluso un sobre…
El
paquistaní se encogió de hombros y volvió a fijar la mirada en el televisor.
Aquello significaba: «Lo siento, chico, no puedo ayudarte. De hecho, ni
siquiera sé de qué me estás hablando. Lárgate de una vez».
Salimos
de allí totalmente desconcertados. El único lugar donde podíamos pedir refugio
se había convertido en un campamento de desesperados con tienda incluida.
Ivonne
me miró, aturdida, y dijo:
―¿Y
ahora qué, Sasha?”
¿Qué os ha parecido? ¿Os deja con ganas de más,
verdad?
Yo estoy comiéndome las uñas desde ayer.
¿Dónde estará Birdy? ¿Qué pasará ahora con Sasha e
Ivonne?
Me ha gustado mucho la forma en la que el autor hace
eco de una grave situación sobre la llegada de familias al antiguo camping
abandonado. Una realidad que a veces olvidamos por vivir tan aprisa.
Esperamos que hayáis disfrutado de esta nueva
primicia. Prometemos muchas más, así que tendréis que estar muy atentos.
Nos vemos bailando bajo las estrellas de Casiopea.
Gloomy kisses.
Lo siento mucho, pero no voy a leerlo.
ResponderEliminarSi es que aguanto, claro. Quizá vuelva y lo lea de reojo...
Grrrrr....
Es que lo quiero ya en mis manos, Rebeka. Que no puedo aguantar la espera.
jejeje
Muchos besos y gracias, como siempre.
Que cortito! quiero mas xD
ResponderEliminarTiene una pintaza increible, mil gracias por esta probadita del último libro
xxx
Yo me dije, no voy a leer... pero al final caí. ¡Sí, lo confieso!
ResponderEliminar* . * Jo, ¿dónde está Birdy? ¿con los pálidos? Ñé, ojalá. He sentido un terrible malestar al leer lo de las familias... lo peor de todo es que a día de hoy sigue ocurriendo. No hay derecho.
Como dije antes: ¡¡injusticia!! xD Jajaja me he quedado tan picada D: Pero ya no falta mucho x3
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